Comentando el Súper Real Basketball,
ya expliqué mi pasión por el “fútbol de canastos” (como acertadamente llaman
los Gomaespuma al baloncesto en el país futbolero –madridbarça- por excelencia),
afición que además compartía con varios compañeros de clase (y de equipo) bastante viciados a los
videojuegos.
Incluso de muy pequeñitos, algunos de
mis compis ya veían partidos de la NBA por la tele en el programa Cerca de Las
Estrellas de Ramón Trecet (TVE y la 2), y los sábados por la mañana me ponían
los dientes largos explicándome las proezas sobrenaturales del último encuentro,
ya que mis padres no me dejaban quedarme a ver la tele hasta tan tarde y lo de
programar el vídeo en mi casa sonaba a ciencia-ficción, por lo que no tenía
forma de ver un partido de la NBA, salvo por alguna repetición en el canal autonómico
y alguna cinta que cayese en mis manos (que para más inri, tenía que ser Beta).
Poco a poco fui descubriendo más y la
NBA se convirtió en algo legendario para mi, un espectáculo protagonizado por
héroes que jugaban a una cosa que guardaba semejanzas con lo que llamábamos
baloncesto, pero no era lo mismo, con gigantes negros moviéndose como rayos,
jugadores de fantasía que realizaban acrobacias, malabarismos y hazañas
imposibles, que saltaban más alto y eran más fuertes, enmarcado en escenarios
brillantes que parecían de otro mundo...y lo mejor de todo, todavía no anunciaban Kinder Bueno! (pobre Calderón!)
Por eso, cuando a finales del 91 le compraron a un buen amigo este juego de Sega Genesis (era un cartucho americano, como no podía ser de otra forma) y pude disfrutarlo, me sentí afortunadísimo de tener una Megadrive, ya que por fin se unían 2 de mis grandes pasiones –videojuegos y basket- y además, en muchos sentidos, el título colmaba todo lo que podía esperar de un juego deportivo: los mejores equipos reales del mundo del momento con sus protagonistas, los jugadores, mostrados en la pantalla de una forma impresionantemente real, con sus características físicas propias y siendo fácilmente reconocibles y distinguibles los unos de los otros.
Y encima era como un Barça – Madrid,
pero versión yankee, ya que se titulaba:
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Lakers vs Celtics (Megadrive) |